viernes, enero 07, 2011

EL MUÑECO DE PELUCHE


(DIARIO DE UN AUTO-STOPISTA)
EL MUÑECO DE PELUCHE

Otra vez a vueltas con los reyes magos. La tarde del día 5 tuve la ocurrencia de entrar con mi amigo Pepe Madrid en los grandes almacenes de nuestra ciudad, con el único propósito de sentirme desestresado con la observancia del río de gente que se agolpaba en los pasillos, en los aparcamientos y en las cajas para pagar sus compras de última hora.
Es un ejercicio que me resultó hasta relajado, pues mis deberes ya estaban hechos, no tenia nada pendiente que comprar, nada de qué preocuparme, solamente ver y observar a los rezagados pajes de sus majestades, ultimando sus regalos, las compras que se hacen ya a toda prisa, llenas de impaciencia y estrés, y hasta con el agravante de que ya no encuentres el obsequio que te habían encargado.
Y luego la cabalgata tan esperada por los niños. Vuelan los caramelos y todos tenemos la tentación de agacharnos al suelo y cogerlos como las aceitunas bajo el árbol, a dos manos, aun a riesgo de ser pisoteados y empujados e incluso entablar una breve disputa por ver quien se lleva un caramelo a su bolsillo; hasta tenemos la tentación de llevar una bolsa de plástico para llenarla de esas golosinas. Hay quien se lleva el paraguas para recoger mayor cantidad. Una vez nuestro bolsillo lleno, ya parece que no nos hacen ilusión, ni nos los comemos. Se quedarán en algún cajón o terminarán directamente en la basura pasado el tiempo.
Me satisface ver que en esta ocasión el seboso Papa Noel no pinta nada, nadie se acuerda de él, y casi queda relegado al recuerdo de un año ya pasado, no lejano, pero pasado al fin y al cabo.
La noche será larga para algunos, breve para otros, pero sobre todo, llena de impaciencia para la gente menuda. En esta ocasión no quiero referirme a la doble cara de una fiesta, que siempre está presente, según hacia donde mires. Esta vez quiero ver las cosas del modo mas sencillo posible, de la forma mas ingenua, como si todo fuera de verdad.
No vamos a esperar mas, abre tu también el regalo, desenvuelve el paquete, desprecinta el envoltorio y vive la ilusión. No importa que no te haya traído lo que pediste, lo que ilusionabas, lo importante es que vivas igualmente tu trocito de felicidad de esa tarta que habría que compartir.
Mi hija, que ya con sus 20 años es toda una mujer, y mi hijo, me han dado el mayor regalo, y eso que a mi no me gustan las sorpresas. Ella recibió un muñeco de peluque que su hermano le regalaba en una enorme caja de cartón. Recibió otros regalos, pero ese muñeco despertó en ella una inmensa ilusión, como si se hubiera transportado a sus 5 años de edad, con la vitalidad propia y la carita llena de felicidad abrazando a su muñeco. Yo pensé entonces qué lecciones nos da la vida; no hace falta gastar mucho dinero, ni buscar sofisticados regalos. Ni un mp3, ni un móvil, ni un ordenador, ni una play-station ni nada de eso. A veces la felicidad está en las cosas mas simples, casi siempre en las buenas intenciones y en los buenos sentimientos, y casi nunca en lo material, que llega a ser en muchos casos una excusa, una máscara, una tapadera para ocultar la parte mas oscura de nuestro ser.
Me emocionan las cosas sencillas.

Francisco Javier Torres López

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