ATARAZANAS
Sé de calles oscuras con nombre de mujer
en cuyos adoquines quedaron atrapados sueños y silencios;
Postigos entre abiertos,
rendijas por donde solo se evade la humedad.
Callejones oscuros que regresan como pinceladas indelebles
en el devenir de nuestros errores.
Sé de abriles furtivos que nos robaron deseos y frases
que nunca fueron nuestras
y que no pudimos guardar en cajas de cartón.
Han quedado solamente los restos de una guerra perdida,
un corazón desolado, una existencia no vivida
que se debate en su tormenta como débil esquife a la deriva en alta mar.
Al volver la esquina siempre estaba la casa inhabitada,
ruinosa, con sus balcones perennemente cerrados
y su cancela desconchada, descuadrada sobre un dintel ya vencido.
Aún existe, todavía perdura en mi memoria.
¿Quien no la habita?
¿Donde se refugia el alma abandonada?
Un dolor la recorre cada día entre las cicatrices del olvido;
una vida truncada sin retorno a un punto de encuentro
condenada a repetir su fracaso.
Sé de calles oscuras,
estrechos callejones sin salida.
Sé de casas abandonadas, de ruinas, de naufragios,
de derrotas y de indecisiones que marcaron para siempre la penumbra
de tu mirada.
Fco. Javier Torres
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