lunes, mayo 26, 2008

«Tarifa 2.0 con discriminación horaria nocturna»

Recientemente el Sr. Ministro de Industria, ante una incómoda pregunta acerca de la desaparición de la tarifa nocturna, renunció a la evasiva filológica que le habría permitido afirmar que no desaparecía. La reserva mental necesaria para hacerlo, mayor en volumen que la cantidad de agua embalsada en los pantanos del país expresada en litros, habría consistido en omitir que lo que desaparecía a partir del día 1 de julio era la “tarifa 2.0 con discriminación horaria nocturna” y no esa “tarifa nocturna” por la que le preguntaban y que nunca existió.

No, el Sr. Sebastián tuvo un gesto honrado. Al decir que no desaparecía sino que se ampliaba a 14 horas, fue generoso y contestó mucho más de lo que se le preguntaba. Demostró que era capaz de allanarse graciosamente a aceptar el vulgarismo de identificar tal “tarifa nocturna” con lo que técnica y jurídicamente se denomina de otra forma. También que en el delgado equilibrio de la política española no sólo el cinismo admite gradaciones. A estas alturas de la vida política española sería ocioso remitir a nadie a la página 28.327 del BOE del 30 junio de 2007 para que hiciera comprobaciones.

Pese a todo, la respuesta del Sr. Ministro fue, como hemos dicho, un gesto honrado. Sólo que en la respuesta utilizó el mismo lenguaje vulgar y poco técnico que envolvía la pregunta, nada adecuado para aclarar que no había ampliación alguna del horario, sino que se trataba de una nueva tarifa, totalmente distinta, la que el Gobierno imponía a los consumidores en beneficio de las multinacionales de siempre. Son los inconvenientes de aceptar todos los escenarios y contestar preguntas formuladas con la imprecisión característica del lenguaje vulgar de quienes no son altos cargos. Falta de costumbre.

Lástima que las prisas con que debe proceder un Ministro de Su Majestad, a quien los compromisos continuos imponen una apretadísima agenda, no le permitieran precisar que esta nueva tarifa significa permitir a las compañías eléctricas modificar en su beneficio más de un millón de contratos privados suscritos con sus clientes, súbditos por cierto del Reino –digo, ciudadanos–.

Lástima también que esas prisas no le permitieran desmentir que la mejora de la tarifa trasladará periódicamente del bolsillo de esos clientes 150 millones de euros a las eléctricas sin que eso suponga contraprestación alguna por parte de las grandes compañías.

Látima. Nos habría gustado ver qué cara pone un Ministro de Su Majestad cuando, para no mentir, construye una reserva mental de más entidad que las pérdidas que se han sufrido por la venta de un buen pellizco de las reservas de oro del Banco de España .

1 comentario:

  1. Es lo que tiene ser ministro de un gobierno que no tiene sus ejemplos en los gobiernos del mundo occidental (es lo que tiene el multiculturalismo, que te permite mirar para otro sitio) sino en la Cuba castrista o en la Venezuela chavista o en la Bolivia moralista: que al final se pasa la seguridad jurídica de las personas por el arco del triundo, y los ciudadanos acaban convertidos en súbditos. A esto le llaman progreso, pero me parece a mí que desandar el camino de la Ilustración y volver a las garantías feudales no es progresar sino regresar. Los que tienen que estar encantados con Clos y Sebastián y con su jefe son los señores feudales de las eléctricas. ¡Si Pablo Iglesias levantara la cabeza!

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