Estamos en plena vorágine de la campaña de la declaración de la renta y hay que ver la de quebraderos de cabeza que nos produce esa mezcolanza de números, letras y conceptos desconocidos y ambiguos para el común de los mortales. Pero no es solo quebradero de cabeza, en la mayoría de los casos lo que produce es una ira contenida al ver cómo cada año se nos da el consabido sablazo oficial a nuestros depauperados bolsillos. Y es que ya no nos vale eso de que “hacienda somos todos”, no señor, “hacienda somos todos los que pagamos”, el resto, que son muchos, pasan de rositas por el impuesto o fijan su domicilio en Mónaco, aunque eso sí, se benefician de la redistribución de las rentas.
El caso es que hay muchos ejemplos para ilustrar lo antedicho. Hablemos del mercado del alquiler inmobiliario: raro es el día que no vemos a nuestros gobernantes en los medios informativos diciendo que hay que potenciar la vivienda de alquiler frente a los ya inasumibles precios de viviendas en propiedad. Como declaración de intenciones, “chapeau”. Pero después, en la práctica, hacen justamente lo contrario, en esta declaración que estamos en plazo de presentar se ha eliminado la deducción por alquiler de la vivienda habitual. Antes, los contratos de arrendamiento anteriores a 1998 eran motivo de deducción, ahora ya están eliminados, lo que supone que el que se viera en esa situación en los ejercicios anteriores, esta año comprobará que, en definitiva, lo que se le ha hecho ha sido aumentarle la presión fiscal. Eso sí, instan al inquilino a que identifique al arrendador, que a ese sí le van a ajustar las cuentas. Pero dirán es que a los jóvenes les ayudamos con 200€ mensuales para pagar el alquiler; muy bien, pero ya se los sacarán al dueño del piso, con lo cual esa cantidad la repercute en la mensualidad y el resultado final es que todo esto ha llevado a un encarecimiento del mercado de alquiler de viviendas y hoy es difícil encontrar un pisito por menos de 500€ mensuales, o sea, más del 50% del sueldo habitual en el entramado empresarial de nuestro querido Santo Reino. Si esto es una medida social que venga Dios y lo vea, o mejor que no lo vea, que les dé directamente una mano de pescozones a los eruditos que ha ideado tal medida.
Pues bien, como vivir de alquiler parece ser que es un lujo y así lo hemos de asumir, han eliminado esa deducción de la declaración de la renta y para compensar, ¡oh cielos! han decidido que no hay nada más socialmente justo que deducir -¿saben qué?- ¡las cuotas de afiliación a un partido político!. Que no, que no estoy de broma; es cierto, el clientelismo político reflejado en la declaración. Y para colmo, las mismas cantidades dan resultados distintos según las comunidades autónomas en las que se rellene el impreso. Hagan la prueba ahora que casi todos tenemos acceso a internet: con la misma cantidad se obtiene más devolución en Madrid que en Andalucía, es decir, la presión fiscal es más alta por estos pagos que en la tierra del oso y el madroño, ¿acaso se refleja eso en infraestructuras y oportunidades de ocio, por ejemplo? Nada, que al final siempre terminamos pagando los mismos; va a ser verdad eso de que “todo está atado y bien atado”. Que tengan un buen día.
El caso es que hay muchos ejemplos para ilustrar lo antedicho. Hablemos del mercado del alquiler inmobiliario: raro es el día que no vemos a nuestros gobernantes en los medios informativos diciendo que hay que potenciar la vivienda de alquiler frente a los ya inasumibles precios de viviendas en propiedad. Como declaración de intenciones, “chapeau”. Pero después, en la práctica, hacen justamente lo contrario, en esta declaración que estamos en plazo de presentar se ha eliminado la deducción por alquiler de la vivienda habitual. Antes, los contratos de arrendamiento anteriores a 1998 eran motivo de deducción, ahora ya están eliminados, lo que supone que el que se viera en esa situación en los ejercicios anteriores, esta año comprobará que, en definitiva, lo que se le ha hecho ha sido aumentarle la presión fiscal. Eso sí, instan al inquilino a que identifique al arrendador, que a ese sí le van a ajustar las cuentas. Pero dirán es que a los jóvenes les ayudamos con 200€ mensuales para pagar el alquiler; muy bien, pero ya se los sacarán al dueño del piso, con lo cual esa cantidad la repercute en la mensualidad y el resultado final es que todo esto ha llevado a un encarecimiento del mercado de alquiler de viviendas y hoy es difícil encontrar un pisito por menos de 500€ mensuales, o sea, más del 50% del sueldo habitual en el entramado empresarial de nuestro querido Santo Reino. Si esto es una medida social que venga Dios y lo vea, o mejor que no lo vea, que les dé directamente una mano de pescozones a los eruditos que ha ideado tal medida.
Pues bien, como vivir de alquiler parece ser que es un lujo y así lo hemos de asumir, han eliminado esa deducción de la declaración de la renta y para compensar, ¡oh cielos! han decidido que no hay nada más socialmente justo que deducir -¿saben qué?- ¡las cuotas de afiliación a un partido político!. Que no, que no estoy de broma; es cierto, el clientelismo político reflejado en la declaración. Y para colmo, las mismas cantidades dan resultados distintos según las comunidades autónomas en las que se rellene el impreso. Hagan la prueba ahora que casi todos tenemos acceso a internet: con la misma cantidad se obtiene más devolución en Madrid que en Andalucía, es decir, la presión fiscal es más alta por estos pagos que en la tierra del oso y el madroño, ¿acaso se refleja eso en infraestructuras y oportunidades de ocio, por ejemplo? Nada, que al final siempre terminamos pagando los mismos; va a ser verdad eso de que “todo está atado y bien atado”. Que tengan un buen día.
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