miércoles, enero 07, 2009

LA GENERACION DE LOS TONTOS

Que no se moleste nadie, es una forma de hablar. Sálvese el que pueda.

No se si mi pesimismo viene a cuento porque estas fiestas navideñas llegan a estresarte tanto que te desquicias; tanta fiesta, tanto puente, tantos regalos, tanto agobio, tanto espíritu navideño, tanta reunión familiar a costa de horas de cocina de la abuela, tantas colas... con lo feliz que puede llegar a ser uno en su rutina diaria en un mes distinto.

En estos días nadie te garantiza ni siquiera tu sillón del cuarto de estar. Y es que, ya se sabe... vuelven a casa por navidad.
Claro, vuelven a "tocarse las bolas" a tu costa, porque ellos vienen siempre de vacaciones, y en vacaciones no se hace nada, salvo dormir y salir de juerga hasta muy tarde, cuanto más tarde mejor.

Si, son ellos, están ahí cada vez que hay vacaciones, en pandillas, de garito en garito, o en cualquier placita haciendo botellón.

Se han estando graduando toda su vida: se graduaron en la guardería con su sombrerito de cartón pintado de negro, a lomos de sus abuelos; luego en educación infantil. Seguidamente pasaron a la primaria donde también se volvieron a graduar, y al final de su ciclo adolescente, allá por la Eso o el Bachiller, son despedidos de su colegio con diploma y nueva graduación, esta vez con foto oficial, orla, trajecito de fiesta y comida... a lo grande. Se lo han merecido por su dura trayectoria estudiantil, consecuencia de un duro esfuerzo diario de estudio y trabajo.

Nosotros, mientras tanto, o se nos caía la baba de ver a esa prole como se esforzaba para conseguir una adecuada formación, o hacíamos la vista gorda, mientras llegaban tarde a casa o "progresaban adecuadamente" en su cole.

Y nadie suspendía, eso quedó prohibido. Aquí ya no hay frustraciones que produzcan taras de ningún tipo a estos esforzados muchachos/as. Todos a pasar de curso por decreto, y nada de exámenes de septiembre, que el verano es para disfrutar de las vacaciones.

Son ellos, los que creen que la vida es una larga fiesta y consideran que el colegio-instituto-facultad es la prolongación de un bolletón interminable.
Son ellos, los que nunca llegan a graduarse definitivamente, porque son demasiado jóvenes para dedicarse a otra cosa que no sea el estudio esforzado.
Son ellos, los que sin saberlo, emulan a cantinflas, con los pantalones a medio culo, enseñando sus calzoncillos o sus braguitas, limpiando las aceras con los bajos de sus pantalones hechos tiras.
Son ellos, los que no usan peine, o si, pero en ambos casos se remiran al espejo largo rato, para que cada mechón quede perfectamente despeinado.
Son ellos, los que crecieron en palmitos, todo a pedir de boca. De nada les faltó.
Son ellos, los que necesitan mucho dinero que piden sin pudor, porque su vida social así lo exige.
Son ellos, los que no saben de historia o geografía distinta a la de su comunidad, porque los planes de estudios le impidieron abarcar otros conocimientos. Claro que, y ahí es verdad, ellos no tuvieron la culpa de que los políticos de turno crearan normas educativas para fomentar la analfabetizacíón. Quizás sea el estado de las autonomías... vaya usted a saber.

Pues si, son ellos, los que no conocieron el palmetazo en la escuela, los del tarro de potito, los del video-juego portátil, los del mp3, mp4, móvil en mano y toda esa parafernalia tecnológica imprescindible ya a los 10 años, por lo menos. Son ellos, los de pendientes en orejas, nariz, lengua o en cualquier otro lugar. Son ellos, los que se creen que han inventado el mundo, y antes de ellos solo había antigüedad, oscurantismo y olor a rancio.

Son ellos, los que un día se apuntaron a una cofradia semanasantera, cuando estaba de moda, y luego, según soplaban los vientos de la modernidad o de la progresia botellonera, abandonan sin más. Suelen ser poco comprometidos.

Son ellos los que no tienen prisa en salir de la casa de sus "viejos", porque les viene muy bien que mamá les ponga la comida y les lave la ropa, sin pagar un duro, mientras su sueldo, de tenerlo, va íntegro para sus enormes gastos sociales, es decir, sus juergas, sus tapitas, sus botellones, sus viajecitos, etc. Ello les provoca una visión deformada de la realidad, pues su sueldo de mil-eurista, como puede ganar cualquier padre de familia, solo lo dedican a su holganza, sin saber que existen otros gastos mas normales como el pago de la hipoteca, los gastos de la comida, luz, agua, coche, vestimenta, etc., de los cuales ellos estan exentos al vivir en casa de sus papis, de tal modo que cuando deciden independizarse, su sueldo les parece tan ridículo que siguen pidiendo mas y mas dinero a sus progenitores, que ya no conseguirán quitárselos de su chepa en toda su vida.

Son ellos, los que van con los coches de papà, ventanilla abierta, haciendo sonar el radio-casette a toda pastilla, como discotecas ambulantes, sin haber descubierto aun el punto máximo de lo hortera que se puede llegar a ser.

Son ellos, los eternos adolescentes, los quince-añeros perennes, los que creen que los demás nos hacemos viejos, o incluso que ya nacimos de mayores, y ellos se van haciendo cada vez mas jóvenes.

Son ellos, los que consideran que el mundo ha sido hecho a su medida y para su disfrute, y los mayores solo deben estar a su servicio.

Son ellos, los transigentes, los modernos, los moderados, a los que no se les puede llevar la contraria, no vaya a ser que se enfaden o que se frustren si se les regaña.

Son ellos, que no conocieron ningún tipo de castigo físico, pero que al educador político le ha dado por sacar anuncios en la televisión en su favor... "no al maltrato físico de los niños", como si ahora en las escuelas estuviera en vigor aun el palmetazo, el tirón de patillas o cualquiera de las formas que nos "frustró" a los demás. Y que piensa que los padres/madres en sus casas les infringen duros castigos físicos o psíquicos... porque una madre sordomuda dio un merecido azotazo a su hijo.

Son aquellos cuyos padres van a recriminar al maestro/a por algún castigo a su "modélico angelico", o por alguna mala nota, o por haberle regañado en clase, o por algún mal modo, o por haberlos mirado de reojo, o quien sabe... pero una cosa tienen clara: los pedos de sus niños no huelen.

Son ellos, esos que viven de sus padres hasta que puedan vivir de sus hijos, según dicen algunos.

Si, son ellos, no todos, pero son ellos.

Y nosotros somos los otros, la otra generación, la generación de los.... tontos, los que cuidaremos de nuestros padres, pero que terminaremos recogidos en un geríatrico, o abandonados en alguna gasolinera, que es muy socorrido también. Los que nos esforzamos en criar a la prole sin pedir nada a cambio, casi como único objetivo en nuestra vida.

Que nadie se sienta aludido, ni que piense que hablo en primera persona, como en una autobiografia. No he tenido tanta mala suerte, ni muchísimo menos. Yo solo hablo por lo que observo, por lo que se comenta y por el sentir general. No cabe duda que habrá muchos hijos, seguramente más de los que nos creemos, que no encajen en este análisis, de lo cual yo me alegro profundamente.

En fin, yo tambien supongo que el péndulo regresará nuevamente a su punto de partida, y espero que, como dice el refranero... a cada cerdo le llegue su San Martín.

2 comentarios:

  1. Es verdad que nuestros jóvenes son así: egoístas, pasotas, irresponsables... Pero creo que la culpa no es de ellos, sino de los padres, que han contribuido a crear un sistema que exime de cualquier responsabilidad a los niños desde muy pequeños y les da todo lo que quieren y más. ¿Qué pretendíamos, amigo Javier, intentar comprarlos con miles de cosas materiales y que en ellos naciesen algún tipo de valores? Son lo que nosotros (quiero decir nosotros refiriéndome a los que alguna vez hemos tratado con niños y jóvenes, como padres, maestros o monitores de campamento) hemos hecho de ellos. Todos sabemos como se atiborra a los críos de regalos el día de Reyes o en su cumpleaños, más allá de toda lógica; todos sabemos que se ha privado de cualquier autoridad a los profesores, convirtiendo los colegios en guarderías de tarados en lugar de en espacios de enseñanza y formación; todos sabemos que cualquier capricho de la criatura es atendido sin más para evitar los traumas con que pedagogos y psicólogos asustan a los tontos padres del siglo XXI; todos sabemos como las familias miman a los críos y los alejan de la realidad de la vida, que la mayoría de las ocasiones no nos da lo que queremos... No los estamos enseñando a vivir en la realidad, los hemos metido en una burbuja y nosotros somos los responsables. Supongo que tú lo serás con tus hijos y lo peor es que yo, sabiendo esto, me dejaré llevar por el ambiente y acabaré haciendo de mi hijo un tarado social y moral como el imbécil ese que tú describes. Por desgracia, y por cobardía nuestra, esto es lo que hay.
    Saludos y enhorabuena por la entrada.

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  2. Gracias Manolo, creo que me has comprendido y has dado en la tecla. Lo describes perfectamente. Los padres tenemos mucha culpa, pero el sistema ya está en marcha y la fuerza de la corriente es tal que poco se puede hacer, aunque se pueden hacer cosas, no cabe duda. Démonos todos una oportunidad.

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