Un vacío de memoria hizo que algunos atribuyéramos durante un instante a Almendros Aguilar un famoso poema de Bernardo López. Afortunadamente de inmediato nos sacaron del error.
Y hablo de vacío de memoria porque escalar el monumento que Bernardo López tiene dedicado en Jaén fue uno de mis entretenimientos infantiles.
Y hablo de vacío de memoria porque todavía recuerdo que un ejemplar de la tercera edición de 1908 de las «Poesías» del insigne poeta, se lo dejé hace muchos años a un amigo. Amigo que, por cierto, debe andar continuadamente corto de la suya porque todavía no se ha acordado de devolverlo.
Y hablo, en fin, de vacío de memoria porque, afortunadamente, un segundo ejemplar de esa misma obra sigue esperando en las estanterías de mi casa a que el otro, el que presté, vuelva a hacerle compañía.
La Asociación Cultural Ubetense «Alfredo Cazabán» ha digitalizado ese ejemplar, el que me queda, y ahora quienes estén interesados en recordar o en saber quién fue poéticamente hablando Bernardo López, pueden hecerlo consultando su biblioteca.
Sea esa reproducción en desgravio de aquel lapsus momentáneo y sirva, por qué no, de reproche para todos aquellos que piden libros que luego no acaban nunca de devolver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario