jueves, agosto 21, 2008

TELEBASURA DE ANDALUCÍA

Consternados como estamos por la catástrofe de Barajas, hemos de solidarizarnos y enviar un fuerte abrazo a los familiares de las víctimas y alegrarnos con la suerte de la joven ubetense que ha tenido la ocasión de "nacer de nuevo"; un fuerte abrazo para ella y, también, para sus padres.

Dicho esto no sólo por obligación, sino por sentimiento sincero, debo pasar a expresar, igualmente, la vergüenza, el estupor, la indignación y el asombro que me causó la tarde del accidente la programación de Canal Sur "La Nuestra" -efectivamente, es de ellos, que bien que se lo han montado-; cuando haciendo záping (¿se escribe así?) para recabar más información y ver distintas imágenes, cuando se rumoreaba que era más que probable -como después se confirmó- que hubieran andaluces entre los afectados, cuando absolutamente todas las cadenas nacionales y autonómicas estaban dando imágenes en directo y alterando la programación habitual, La Nuestra -como dicen ellos- era la única televisión que mantenía su parrilla con el bodrioprograma ese de la María de Monte con sus forzadas sonrisas.

España de vestía de luto y en Canal Sur no pasaba nada, hasta en su emisión por satélite se podía ver el cachondeo y el humor zafio de esos dos gorditos que sólo, y a duras penas, hacen reír a los excursionistas "todo gratis" del Inserso y a la conductora del programa -esa cantante de sevillanas que se autocalifica como el prototipo de la mujer andaluza-, que se desternilla con las ocurrencias humorísticas de los dos sujetos.

Creo que sobran comentarios, pero lo de ayer clama al cielo; hoy deberíamos tener noticias de ceses y dimisiones, por ética, por dignidad y , sobre todo, por ineptitud e incompetencia; pero ya sabemos que en la tele autonómica, el dedo político es el que actúa y que, en política, las palabras mencionadas no forman parte del argot. Así nos va.

jueves, agosto 14, 2008

A vueltas con el aeropuerto de Jaén

Propuesta de señal para indicar al viajero el camino al aeropuerto de Jaén.




Y, ya puestos, seamos generosos.







¡Y luego dicen que los de Bilbao nacen donde quieren!

martes, agosto 12, 2008

Nocturno en la Plaza de Vázquez de Molina

Reproducimos a continuación esta preciosa reflexión de Juan Pasquau como llamada de atención sobre la necesidad de devolver a nuestros espacios monumentales toda la grandeza e intimidad que una alocada iluminación les ha sustraído.


¿Cuánto tardó en civilizarse la noche? Ella era una oscura, fatal, irremediable fuerza cósmica. Su presencia, su vigencia, implicaba la ausencia de cualquier viviente realidad, era la noche absoluta y despótica, ciega e indomenable. Y las estrellas, brillando en su negrura, contribuían a resaltar su inhóspita grandeza, su avasallador dominio. ¿Quién organizó la primera batalla, quién se atrevió a colonizarla? Desde el invento del fuego—pedernal contra el eslabón— hasta ahora, la Civilización es, en cierto modo, la historia de esta guerra del hombre contra la noche. Ya la noche, pudiera decirse que es «pagana», que ha quedado relegada, como la religión del Imperio, a los campos, a los «pagus». La ciudad, la gran ciudad sobre todo, la ha transformado, la colonizó, la utiliza para sus más animados y exhibitorios ensayos. Apenas el día sirve en la ciudad ahora para trabajar; la noche en cambio, desprovista de su hirsuta pelambre cósmica, maquillada de neón, es el escenario, el fondo propicio de cualquier refinamiento urbano.

Pero si en la gran ciudad ultraluminosa la noche se ha puesto a servir, derrotada y maltrecha, ¡qué aristocratismo el de la noche en los rincones penumbrosos de estas nuestras ciudades artísticas, monumentales! Porque en tales reductos de la pequeña ciudad, la noche que sufre servidumbre en las grandes concentraciones urbanas, recobra su poder. No un poder despótico y absoluto como el de la inclemente noche cósmica, sino un prestigio velado, secreto, insinuantemente poético. Aquí los faroles del alumbrado no eclipsan a la noche, sino que la realzan como a gran señora. Aquí la luz no coloniza a la noche, sino que, entre la noche y la luz, se establece una colaboración. Nocturnos de la poesía, nocturnos de la música, nocturnos del arte para las más sutiles matizaciones espirituales. La noche, ni vencedora ni vencida; ¡la noche, genuinamente civilizada!

Juan Pasquau
(En Revista Vbeda, año 5, nº 52, pg. 22)