jueves, junio 10, 2010

Huelga de funcionarios: el día después

Cuando estamos en el “día después” de la huelga de empleados públicos, lo normal sería hacer el consabido análisis del seguimiento de la misma, pero me van a permitir que no lo haga, ya estamos teniendo suficiente información y editoriales más o menos interesados y la también consabida guerra de cifras. En esta ocasión, y aprovechando la oportunidad y la libertad que me dan los micrófonos de esta casa, voy a comentar la nota de prensa que previa a la huelga hizo pública la Junta de Personal del Ayuntamiento de nuestra ciudad, que, aunque estoy de acuerdo con casi todo de lo que en ella expresan, sí creo necesario hacer unas puntualizaciones.

Queridos compañeros: me sorprendió vuestra misiva por cuanto era un “sí, pero no”; es decir, algo así como nadar y guardar la ropa. En ella arremetéis virulentamente contra los sindicatos convocantes acusándolos de todo tipo de maldades. Veréis, la pretendida inactividad y el pretendido apesebramiento de los sindicatos mayoritarios no obedece más que a corrientes de opinión interesadas que no han dejado de circular por todo nuestro país. Si tenemos un Gobierno que pone en marcha una ley de igualdad; una ley de ayuda a la dependencia; toma medidas para ayudar a personas que ya han finalizado su prestación por desempleo y amplía, incluso, la duración de esta ayuda; que ha puesto en marcha el PLAN PROTEJA y el PLAN E; que rebaja el número de peonadas para poder tener acceso al subsidio agrario, el cheque bebé, etc., etc., no me negaréis que todas estas medidas no son medidas sociales. Con esta situación ¿veis razonable a unos sindicatos en pie de guerra? Salvo intereses políticos, no. Los sindicatos, que os recuerdo, tienen su cabida y su razón de ser a lo largo del texto constitucional –como pilar fundamental del estado de derecho-, han estado, con esas subvenciones que tanto se les reprocha, realizando continuamente cursos de formación para los trabajadores y desempleados y poniendo a su disposición sus asesorías jurídicas para la defensa de sus intereses. Sólo cuando el Gobierno ha dado un giro a la derecha y ha adoptado medidas diametralmente opuestas a las anteriores, perjudicando gravemente a las capas y sectores más vulnerables de la población es cuando los sindicatos y la izquierda han levantado la voz, cuando han puesto en marcha sus mecanismos de lucha, pero, reconozcámoslo, estamos desentrenados.

Lamentable es vuestra referencia a la defensa el 1º de mayo de la honorabilidad de un juez, todos sabemos cuál. Mirad, yo sí estuve en la manifestación convocada en Jaén ese domingo y no vi a sindicalistas de este ayuntamiento en la misma. En esa manifestación se reivindicaban mejoras sociales, la creación de puestos de trabajo y se atacaban a las medidas que ya se veían venir. La Asociación para la Defensa del Juez Garzón también estuvo ahí, pero a título particular. De todas formas, permitidme que os haga una consideración en forma histórica. El juez Garzón, sin entrar en matices de su mejor o peor técnica jurídica, se ha configurado como un defensor de la libertad y de la lucha contra la impunidad y así se le ha reconocido universalmente. Hoy no es demasiado complicado ser sindicalista, algún que otro tropiezo, una negociación que no lleva a buen puerto, una discusión…; pero con unas garantías personales y laborales que pocas veces se han dado en la Historia. Muchos de los que habéis firmado la nota informativa no habíais hecho aún la primera comunión cuando, desde la clandestinidad y con los sindicatos sin legalizar, otros estábamos en la lucha obrera. Las dificultades eran enormes, hasta tal punto que la extrema derecha tardofranquista nos asesinó a cinco abogados laboralistas en Madrid. Si el juez Garzón persigue las actividades de ese cruel régimen dictatorial, es de justicia, solidaridad y lealtad apoyarlo en su tarea.

En fin, compañeros, no obstante lo dicho, creo que el escaso seguimiento de la huelga reside en que debemos estar agradecidos al Gobierno porque sólo nos congela y nos rebaja el sueldo una media del 5%; sabiendo como somos, podría haber optado por rebajarlo un 10 o un 15%, y nosotros seguiríamos, impasibles, sentados detrás de nuestra mesa. Cordiales saludos.

[Artículo de opinión leído en Radio Úbeda el día 09/06/2010]