jueves, junio 23, 2011

DESDE UNA HABITACIÓN

Desde una habitación del hospital descubro cada día la luminosidad del amanecer. Las noches se hacen largas, casi interminables, y, unidos de la mano, descabezo el sueño a trompicones, entre pensamientos tristes y alucinaciones llenas de cansancio.
Oigo algo lejano el llanto de un recién nacido, que ahora me sabe a gloria, y que siempre creí algo odioso e insoportable. Llora un niño que ha llegado a la vida y en su llanto siento a la vida misma, a la alegría de un despertar pleno de ilusiones, un futuro repleto de esperanza, y en casa beso que recibe en sus rojizas y rechonchas manos, un infinito deseo de paz y felicidad.
Observo como cae la gota y sube la burbuja en el suero. Un movimiento mil veces repetido y constante, silencioso y que no deja de sorprenderte, de tenerte en vilo. Otra gota, otra mas… y tu, casi hipnotizado, te impregnas de deseos que nunca has realizado, de proyectos en borrador, de ilusiones y esperanzas.
No, no quiero mirar el reloj, no quiero saber qué hora es en cada minuto de una noche ácida. Solo quiero coger tu mano mientras duermes, velar por tus sueños y esperar que llegue el “Ángel de la Guarda” para tomarte la tensión o para decirte buenas noches.
Desde una habitación, a través de su ventana, veo cada día un nuevo amanecer, un cielo despejado y limpio, y descubro sensaciones nuevas que estaban adormecidas, ilusiones, sueños y esperanzas que nos dan razones para vivir con intensidad la brevedad de lo pasajero.

(diario de un auto-stopista)

sábado, junio 11, 2011

EL SABER ESCUCHAR Y LA MALA EDUCACIÓN

Yo no quisiera que mi médico me recetara sin antes escucharme, que el Juez me condenara sin darme opción a defenderme o que mi jefe de personal, por ejemplo, me valorara sin oírme antes con un poco de atención y respeto.
¿Será mucho pedir ?
Saber escuchar al prójimo forma parte de la buena educación de las personas, es un ejercicio de respeto hacia los demás, a veces una obligación y otras simplemente por caridad.
Saber escuchar a los demás no es nada sencillo, incluso para aquellas profesiones que ya llevan implícita dicha obligación. ¡ Qué seria de un psicólogo que no escuchara a sus pacientes, o de un educador que no supiera escuchar a sus alumnos !
Todos queremos hablar, dar nuestras opiniones, tomar la palabra y expresarnos, pero hay quien va más allá, y le gusta ser el centro de las reuniones, ya sean de padres, de vecinos, de trabajadores, etc., e imponer sus criterios, aunque para ello tenga que interrumpir una y otra vez a cualquiera que también desee intervenir. Suelen hablar a voces, sin educación, sin respeto, con menosprecio hacia los demás, como si estuvieran siempre en posesión de la verdad, y con aires de superioridad.
Encontrar a una persona que te escuche es una verdadera bendición. Cuando entramos en un despacho deseamos que se nos atienda y se nos escuche con paciencia y respeto. No queremos que nos traten a voces, que nos falten el respeto, que nos corten la palabra, que no nos dejen terminar una simple frase.
Cuánto bueno sería añadir otra asignatura más en la escuela: saber escuchar, y saber enseñarla.
No estaría por demás hacer una reflexión, un ejercicio de humildad para reconocer que no somos perfectos, que algo habremos hecho mal. Si alguien pregunta, dándose a sí mismo la respecta, que le digan qué es lo que ha hecho mal, solamente se puede pensar una cosa: estamos ante la vanidad, ante la prepotencia y ante la estupidez hecha persona.
Yo también quiero ser escuchado por mi médico, por el Juez o por mi jefe de personal, por ejemplo, y a ser posible con atención y respeto.
Todos necesitamos sentirnos escuchados, pero si no encuentras quien lo haga, si te topas con el prepotente, con el intransigente, con el autoritario, con el intolerante, con el estrafalario, con el jefe de turno, y no te deja pronunciar una sola palabra. Si te encuentras frente a una muralla, una tapia, una alambrada espinosa, un telón de acero; si te encuentras frente a un muro, ¿qué piensa que deberíamos hacer?
Si sabe la respuesta, dígala “en voz alta”.