Artículo de opinión leído en Radio Úbeda el día 11/11/2009
Unas de las noticias del pasado fin de semana, al margen de la relativa a la violencia de género, fue la tradicional reivindicación de los Caballeros Veinticuatro sobre nuestro patrimonio histórico-artístico. Y quiero resaltar lo de tradicional porque, dada la nula repercusión sobre las voluntades políticas de nuestra ciudad –a la que habrá que volver a llamar pueblo por los tic pueblerinos y catetos que denota- se está convirtiendo en cosa anecdótica, rutinaria y, en algunas ocasiones, graciosa. Líbreme Dios de criticar y menospreciar a estos tenaces y concienciados Caballeros, no es esa mi intención, más bien lo contrario; mi crítica va encaminada a la actitud pasiva, contemplativa y, posiblemente, de menosprecio que los equipos gobernantes de turno hacen de estas justas y fundadas reivindicaciones.
Pero no solamente los Veinticuatro, con su curiosa y original manera de decir las cosas, se preocupan de lanzar a los cuatro vientos los desmanes que se comenten contra nuestro entorno mas rancio, otro grupo de vecinos a los que –como decía Unamuno, aunque en ámbito local- les duele España, se unieron en torno a la asociación Plaza Vieja para, igualmente denunciar los atentados contra el patrimonio, quizás un remedo de la antigua ADELPHA, pero que ahí están, también, aportando su granito de arena al coro de voces que se estremecen cuando abren sus ojos críticos y ven lo que ven; a éstos, con decirles que están politizados, asunto resuelto. Por su parte, los grupos políticos de la oposición se vienen posicionando, a través de ruedas de prensa y comunicados, en el mismo sentido. Y es que tanta gente no puede estar equivocada. Muchos ciudadanos se sienten agredidos, avergonzados y, a la vez, sensibilizados con el valor que atesoran los monumentos, con la tipología urbana y humana de la ciudad y ven cómo se puede ir todo al garete. Multitud de visitantes expertos en arte y urbanismo expresan su decepción en cartas posteriores que remiten a los medios locales y ya ha llegado la hora en que no podemos mirar para otro lado. Repito, tanta gente no puede estar equivocada, aunque los expertos de la cosa del Patrimonio de la Humanidad que recientemente nos visitaron dijeran, tras una opípara comida y un gin-tonic fresquito que todo está muy bien y en buen camino. Cosas de la vida…
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