Un adiós y otro, y otro mas;
una nueva despedida.
Vuelve a brotar la tristeza y la aflicción
como fantasmas huídos
de un oscuro bosque desconocido
y sin nombre.
Sopla incesante una leve brisa
removiendo el flequillo de cada pensamiento nuevo,
sin rumbo ni destino
que no cesará jamás
mientras recerde tu nombre,
mientras seamos queridos.
Un adiós y otro más
se repiten siempre unidos al desconsuelo.
Se retuercen en el aire, igual que el humo,
deseos y sentimientos
que huyen despavoridos
en su alocado vuelo,
como mariposas blancas,
alejándose hacia el cielo.
Con cada pálpito brotan en efímera agonia,
borbotones de honda pena
que emergen desde un inmenso vacio,
desde dentro y en silencio.
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