En Úbeda, como en todas partes, con la entrada en vigor de la Ley 42/2010, de 30 de diciembre, por la que se modifica la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, un fenómeno híbrido ha nacido.
A la puerta de uno de esos bares que se mantienen abiertos hasta las tantas, cuando uno se ha fumado dos o tres cigarros en el frío de la madrugada --en animadas y concurridas tertulias sobre esta nueva práctica de respetar más el derecho a la salud de los no fumadores a cambio de respetar todavía menos el derecho de todos al silencio nocturno y al descanso--, es cuestión de tiempo que a alguien se le ocurra.
Con un par de copas más en la calle se soporta mejor el frío. Como la puerta está abierta, la música del establecimiento también nos envuelve en la calle de fumar. Ahora sólo hay que abaratar las copas.
Pronto alguien soluciona el problema. De la casa de uno viene la primera botella de licor. Luego siguen otras que ya esperaban en el coche aparcado sobre la acera. Mientras dure el hielo de la única copa pagada en la barra, puede seguirse en la calle recebando el invento, bebiendo, fumando, hablando y, si hace falta, bailando.
A la ley que ha prohibido fumar en locales públicos se le olvidó prohibir el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. También se le olvidó recordar a las distintas Administraciones Públicas que el derecho al descanso en un bien jurídico tan protegido al menos como el derecho a no inhalar humos ajenos.
Ya no harán falta los esperpénticos botellódromos de la regulación ambiental andaluza, ahora a la puerta de cada uno de esos bares que se mantienen abiertos hasta las tantas de la madrugada, de forma tan inducida como consentida, se organizará este nuevo fenómeno social.
Bienvenidos al fumadero-botellón que ha entrado en vigor el 2 de enero de 2011.
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