Ayer mismo estuve visitando el "Castillo de Cazorla" y el "Castillo de La Iruela".
En realidad ambos, y otros muchos, son meros torreones de la época de dominación musulmana, y no castillos. Fueron torres-vigía que se situaban en zonas estratégicas y fronterizas, y a lo sumo, pequeños fortines, pero nunca castillos.
La cuestión es que muchos de ellos se encuentran en una situación lamentable pero algunos han tenido la suerte de experimentar arreglos y remodelaciones, con mayor o menor acierto, para su conservación.
Es el caso del castillo de Cazorla, que se denomina "Castillo de la Yedra", un torreón que se alza majestuoso en lo alto de uno de tantos picachos de la zona, y que domina en su plenitud todo el valle del Guadalquivir y la entrada a la Sierra de Cazorla por ese flanco.
Su restauración es loable, teniendo en cuenta que bajo la dominación cristiana también sufrió modificaciones. En su interior se puede contemplar su buena construcción en piedra, sus escaleras, muros y bóvedas. Se ha destinado a exposición permanente de utensilios de labranza y objetos varios y, lógicamente, también cuenta con su princesa encantada, la malograda princesa morisca "Tragantía", que seguramente, junto con tantos desgraciados de la historia, ande vagando por esos valles.
En todo caso no perdamos de vista al torreón-castillo, que la villa de Cazorla ha sabido sacarle provecho. Y eso que es un simple torreón.
Cuanto más provecho podría sacársele al castillo de Sabiote, un castillo en toda la extensión de la palabra, en toda su plenitud. Una inmensa construcción que conserva muchas partes en estado aceptable, y que bien podría destinarse, como estaba previsto desde hace ya muchos años a museo agrícola o etnográfico. Algún listillo, estoy seguro, se ha quedado con los aperos, o ha traficado con ellos, que la gente llana y desinteresada entregó para dicho museo, hasta ahora inexistente. Todos aquellos aperos de labranza, utensilios, objetos y mobiliario hoy tan buscado por los anticuarios y por las "aves rapaces", que abren cortijos y desvalijan casonas, ermitas solitarias, iglesias y palacios en restauración... y no digo más.
Es una verdadera pena que no conste como visita preferente en las rutas turísticas el Castillo de Sabiote y sus murallas. Es el destino de nacer con estrella o estrellado. Si hubiera sido construido en alguna otra ciudad cercana, que no de mejor cuna, Patrimonio de la Humanidad, qué distinta seria ahora su conservación.
En cualquier caso, por muy olvidado que se tenga al Castillo de Sabiote, nadie le podrá arrebatar su majestuosidad, su maravillosa fábrica de piedra, su Torre del Homenaje y todo su recinto. Y animo a quien corresponda, que vaya moviendo papeles, subvenciones e ideas, para que siga pasito a pasito su restauración y, mientras tanto, se le dé algún uso de tipo turístico, al menos, se incluya en las rutas turísticas de la zona. Es de justicia.
Pero no confundamos, por loables que sean, a los torreones con los castillos.
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